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Abordando la manipulación mental

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Mucha bibliografía se ha generado en torno al tema de la manipulación, por razones obvias del interés que genera, y la hipótesis que subyace en este post, es que la relevancia que tiene en círculos académicos obliga a un estudio que permita filtrar lo pseudocientífico para tener claro lo que realmente es menester saber. No toda la bibliografía que encuentras en internet es fiable, porque el nivel especulativo que matiza publicaciones no expertas, son causantes de un desvirtuamiento conceptual nocivo; por tal motivo, la puja de éste y los demás post de este blog, son producto de compilaciones de publicaciones y PDF expertos en el tema.


Introito

La manipulación se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando para ello técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica de la persona, esto es, su capacidad de juzgar o de rehusar informaciones u órdenes mentales.

El estudio de la manipulación mental no es inocuo por al menos tres (3) motivos:

1 Se refiere a un amplio rango de tácticas psicológicas capaces de subvertir el control de un individuo sobre su propio pensamiento, comportamiento, emociones o decisiones.
2 Los métodos por los cuales puede obtenerse tal control (sea directa o sutilmente) son el foco de estudio entre psicólogos, neurocientíficos y sociólogos.
3 Por último, la cuestión del control mental se discute en relación con la televisión, religión, política, prisioneros de guerra, totalitarismo, operaciones encubiertas, manipulación neurocelular, cultos, terrorismo y tortura.

En consonancia con los tres motivos anteriores, queda claro que el estudio de la manipulación mental debe ser encuadrado como una temática multifactorial (por los diferentes niveles -mental, emocional, familiar- que afecta) y multimodal (por las diversas tácticas que implica).

Ciertas formas de manipulación podrían ser altruistas, pero la noción de manipulación mental tiene, por lo general, una connotación negativa que evoca a los manipuladores de comportamiento egoísta o malintencionado. Formas extremas de manipulación serían, por ejemplo, el lavado de cerebro o aquellas conducentes al suicidio o comportamientos colectivos de tipo totalitario y genocida.


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Definición

Se dice que existe manipulación mental cuando un individuo asume el control de la conducta y sentimientos de otra persona o grupo de personas con estrategias y técnicas psicológicas de sugestión, seducción, persuasión…, para obtener un beneficio o conseguir un objetivo.

La situación suele desembocar en un deterioro de la autoestima de la víctima, su autonomía y el condicionamiento de su conducta a la voluntad del manipulador emocional.


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Tipologías

Ciertos psicólogos y sociólogos estiman que se puede «influenciar con integridad» en las relaciones familiares o comerciales, es decir, no a expensas del otro, pero para mejorar las relaciones sociales e interpersonales (la educación y la psicología de la motivación participarían de esta categoría de manipulación).

Otros distinguen la manipulación mental, término bastante general, de la dominación en que esta última procura obtener del individuo o del grupo que se comporte sin consciencia clara del origen exterior de la sugestión, de la manera prevista por los manipuladores, eventualmente utilizando violencia. Ciertos gobiernos y regímenes totalitarios, individuos, grupos y sectas han utilizado o utilizan los métodos de manipulación mental, asociándolos a veces con violencia física. Así, Aum Shinrikyo hacía portar a sus adeptos aparatos experimentales que les infligían electroschocks, una técnica inspirada de la psicoterapia del siglo XIX.

De cierta manera, la manipulación es muy frecuente en las sociedades, democráticas o no, en el plano profesional, conyugal o familiar porque desde que existe mentira, omisión o deformación voluntaria de la verdad, se está en presencia de tentativas de manipulación. Así, a veces se califica de manipuladoras a las personas que muestran simplemente una aptitud inhabitual para convencer, sin tener por ello objetivos malintencionados o egoístas. Algunos consideran que la publicidad es algunas veces una forma de manipulación mental.


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El manipulador

El término manipulador es susceptible de afectar a individuos de todos los orígenes sociales. El manipulador típico suele tener una estructura psicológica perversa de tipo psicópata, puede aparecer como simpático o no, incluso como una víctima. Parece que cada uno es más o menos manipulador en el curso de su vida.

De acuerdo con estas definiciones, se pueden distinguir diferentes tipos de manipuladores: aquellos que utilizan a otros sin remordimientos, con un objetivo narcisista de poder, de estafa comercial o con mala intención. Pueden apoyarse en el engaño o en la seducción, incluso en la coacción por la amenaza o la fuerza, o incluso desestabilizando a su víctima por la doble coacción. La manipulación psíquica puede ser una de las herramientas de ciertas formas de tortura.

Puede tratarse de un comportamiento entendido como desviado o perverso, de un desorden de la personalidad, cuyas causas se remontan a la infancia o a la educación del manipulador, por ejemplo, si él mismo ha sido manipulado por sus padres o educadores. Los psicólogos se ven frecuentemente confrontados a comportamientos manipuladores en los sistemas familiares o socio-profesionales.

La manipulación mental podría ser una forma particular de egoísmo. A menudo el manipulador demanda de los demás un comportamiento socialmente aceptable, sin adecuarse ellos mismos. Se apropia de las ideas de otro, intentando inversamente hacer tomar por otro sus propias responsabilidades. Los argumentos de un manipulador parecen siempre, a primera vista, lógicos y morales. Habitualmente, utiliza pretextos tales como que la norma, el «buen comportamiento» que se debe tener en la sociedad o el grupo, sabiendo utilizar los puntos débiles de los otros, haciendo por ejemplo que se sientan ridículos, culpables o heridos en su pudor, lo cual los ubica o mantiene en una situación mental favorable a la manipulación.

La manipulación mental se apoya de manera recurrente en diversos registros:

  • El registro emocional ; el miedo, la angustia, la vergüenza, el pudor, la timidez, la inmadurez psíquica, la esperanza, la necesidad de reconocimiento y de justicia, la confianza, el lazo familiar, la amistad, la necesidad de amor, el deseo, la conciencia profesional... son sentimientos que pueden ser explotados por el manipulador.
  • La explotación del sesgo cognitivo por informaciones falsas, las simplificaciones o jerga retórica y los sofismas o las órdenes paradojales.
  • Presiones físicas o psíquicas, repetidas o continuas, individuales o en una dinámica de grupo que el manipulador busca controlar.
  • El mantenimiento de roles de tipo chivo expiatorio, donde un grupo se convierte en "perseguidor" de una víctima que el manipulador mantiene aislada con el apoyo más o menos inconsciente o consciente del grupo.
  • El registro de la dominación que se desarrolla en el miedo y los principios de «recompensa», «castigo» y de sumisión.

Una mala autoestima, el sentimiento de culpa o de inferioridad vuelven a los individuos en mucho más vulnerables a la manipulación, así como otros factores o contextos tales como:

  • La depresión, que puede ella misma resultar de la manipulación mental.
  • Un shock traumático y las situaciones de pérdida de referencias (pérdida de padres, muerte de uno o varios próximos, ruptura, divorcio, pérdida del empleo, exilio, atentado, violación, prisión, situación de guerra, enfermedad, acusaciones graves e injustas, incitaciones a la violencia, etc.) crean neuróticos culpógenos que pueden ser manipulados por las personas psicópatas.
  • Un trauma reprimido que haya tenido lugar en la infancia (teoría Freudiana y mantenida por la Jungiana).
  • Una esquizofrenia o esquizoidea del individuo.
  • Ciertas sustancias químicas, drogas estupefacientes, medicamentos o toxinas, incluyendo el alcohol, que atenúan o disminuyen o directamente anulan la lucidez de la conciencia y por esto pueden volver a los individuos más vulnerables a la manipulación mental, al menos provisoriamente.
  • La edad: los niños y los jóvenes son reputadamente más influenciables y sugestionables y, por tanto, potencialmente manipulables, pero las personas mayores (especialmente las dependientes) también pueden ser sensibles a los argumentos fundamentados en el miedo, la dependencia, la muerte, etc.
  • La devoción: alguna afición o fanatismo especial de los individuos que los mantenga sumisos a la voluntad de un manipulador que aparenta conocer mucho o ser un erudito del tema de devoción.
  • La sugestión puede llegar al grado de sugestión hipnótica en personas proclives (niños, gente inmadura), también los mass media o medios masivos de difusión llegan a tener efectos casi hipnóticos (por ejemplo filmes de violencia que generan una adicción por "la adrenalina" de un modo subceptivo o subliminal) se hace con bases psíquicamente primarias una propaganda política en la cual el sugestionado se siente identificado con el winner o imaginario «ganador» pese a todos los medios para «ganar», incluido el asesinato etc. y aunque el mensaje subceptivo o subliminal vaya en contra de los intereses del sujeto sugestionado e incluso de la población a la cual pertenece.).

Contrariamente a una idea expandida, un buen nivel de estudios y una buena situación social no protegen de ciertas formas de manipulación.


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Perfil característico para identificar a un manipulador mental

Existen una serie de rasgos que los manipuladores mentales suelen compartir:

Funciona mejor con ciertas personas

Entre las consecuencias de la manipulación mental se mencionó la disminución del autoestima, autoconcepto y autonomía esto ocurre debido a que el manipulador trabaja activamente para que su víctima desarrolle estas características porque facilita su trabajo. Ahora pues, esto significa que la manipulación funciona más consistentemente con personas que ya tienen déficits en estas áreas porque el manipulador no necesita atacarlos de esta forma, de hecho muchos de ellos activamente buscan personas así.

Los manipuladores son hábiles con las palabras

Otra característica de una persona manipuladora son sus habilidades sociales, alguien que sea encantador y con una personalidad atractiva que permita que los demás se sientan cómodos a su alrededor tendrá más facilidad de manipular que alguien que no, esto se traduce a buenas habilidades de comunicación tanto verbales como no verbales. Algunos nacen con ciertas facilidades en este ámbito y otras las desarrollan ya sea por necesidad o interés, pero los manipuladores más efectivos suelen manejar la comunicación eficientemente.

Personas egocentricas

Son personas que dan siempre prioridad a sus necesidades, pasando por encima de las de los demás. Por eso pueden tratar así a sus víctimas, porque no piensan en sus necesidades.

Nada empáticas

Son incapaces de ponerse en la piel de los demás. En los casos más graves, no consideran a los demás como personas, sino como meros instrumentos que les permiten conseguir sus objetivos.

Maquiavélicas

Son personas que puntúan alto en el rasgo de maquiavelismo, que manejan con facilidad la intriga, la rivalidad, los celos… Tienen una gran facilidad para distorsionar y tergiversar la realidad en su beneficio.

Irresponsables y con pocos escrúpulos

El manipulador emocional no siente remordimientos, ya que no considera que manipular y beneficiarse de las debilidades de los demás sea nada censurable. Cuando detectan el talón de Aquiles de su víctima, no dudan en aprovecharse utilizando las artimañas más sutiles.

Habilidad para detectar las debilidades de los demás

Tienen una especial habilidad para detectar los puntos débiles del otro. Sacan tajada de personas sensibles y amables, ya que son conscientes que es más fácil manipularlas.

La ilusión del libre albedrío

Una característica importante de la manipulación mental es uno de sus objetivos, en muchos casos la manipulación es tan efectiva que la persona considera que está tomando las decisiones por su cuenta o que actúa por su propio libre albedrio, ignorando la influencia que se ha ejercido sobre estas decisiones. Varios manipuladores aspiran lograr este estado porque es otra forma de liberarse de la responsabilidad de sus propias acciones.

El manipulador no queda satisfecho

Finalmente se espera que un manipulador no quede satisfecho o lo haga con poca frecuencia, por supuesto todas las personas son distintas por lo tanto cada manipulador es distinto, no todos comparten todas las características listadas, pero se han documentado suficientes casos como para esperar ciertas conductas y detalles de la personalidad en estas personas.

Uno de estos detalles es una dificultad (o incapacidad) de ser complacido, por eso ocurren tantos casos en los que por ejemplo una relación tóxica en la que alguien manipula a su pareja no se observa que mejoren sino que al contrario con el paso del tiempo la relación y el abuso empeora (siempre que la relación ni sus integrantes no sean tratados con algún terapeuta obviamente).


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Cómo neutralizar sus técnicas de manipulación


Haz valer tus derechos, respétate

Tus temores e inseguridades te hacen más vulnerable a la manipulación. Es fundamental aprender a conocerte y respetarte, saber qué quieres. Tener claros tus valores y tu línea de conducta te ayudará a evitar manipulaciones.

Aprende a poner límites sin sentirte culpable

En las relaciones, es esencial aprender a poner límites. Es decir, saber expresar cuáles son nuestras necesidades y qué fronteras no queremos que se traspasen. Poner límites constituye un acto de amor para contigo mismo, pero también hacia los demás.

Demuestra firmeza

Compórtate con asertividad, aprende a decir que no. No te muestres dubitativo o el manipulador buscará un resquicio para desarmarte. Ante su insistencia, puedes interrumpirle, dejar clara tu postura y cortar el tema por donde quiere conducirte. Aunque te sepa mal en ese primer momento, a la larga te lo agradecerás a ti mismo. No admitas faltas de respecto.

Trabaja tus emociones

Todos los puntos anteriores requieren de tu trabajo emocional de autoconocimiento para comportarte de acuerdo con lo que sientes y no sentirte culpable ni tener miedo. Aprende a reconocer y manejar tus emociones.

Corta el contacto con esa persona

Si sospechas que estás siendo víctima de una manipulación, aléjate de esa persona. Si no es posible, por entornos laborales compartidos, familiares, etc., restringe su contacto y limítalo a lo estrictamente necesario. Responde con respuestas cortas a sus preguntas, sin muchas explicaciones, ya que si inicias una conversación intentará llevarte a su terreno.

No te sientas culpable ni pienses que eres débil de carácter

Muchas veces, el entorno achaca a la víctima la responsabilidad de la manipulación, porque “tiene poca personalidad”, “es muy insegura”, etc. Esta visión acaba afectando a la autoestima de la persona manipulada. Es una perspectiva inadmisible, ya que es el manipulador el que debe comportarse y respetar a los demás. En ningún caso, la persona objeto de maltrato puede ser responsable ni corresponsable de la situación.


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