Recoge esta columna, lo expuesto por el periodista Gabriel Marcelo Wainstein*, quien describe ¿Cómo se articulan los oligopolios mediáticos; el Poder Judicial; las ONG's; los servicios de inteligencia, y los representantes de la política oligárquica, así como, de la herramientas de las que se valen para llevarla adelante: Redes sociales; minería de datos; inteligencia artificial; golpes blandos y revoluciones de colores. La guerra cognitiva.
La teoría militar clasifica a la guerra moderna en etapas. Muy sintéticamente se pueden explicar así.
1° Generación: Uso de armas de fuego y ejércitos profesionales. El ejemplo son las Guerras Napoleónicas.
2° Generación: Formación de grandes ejércitos mecanizados. Trincheras. Ejemplo: Primera Guerra Mundial.
3° Generación: Guerra relámpago (Blitzkrieg). Movilización veloz de las tropas para evitar el estancamiento en trincheras. Uso de tanques, aviones, portaviones, etc.
4° Generación: Guerra contrainsurgente, terrorismo de estado. Ejemplo: Guerra de Vietnam.
A partir de la derrota en Vietnam y la conmoción interna que provocó en Estados Unidos el regreso de los cadáveres de los soldados caídos, se comenzó a plantear una estrategia de dominación diferente, que provocara menos bajas en la propia tropa.
En 1970, Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional durante la presidencia de Carter, proponía en su libro “La Guerra Tecnotrónica” el control de la población mediante la manipulación cibernética. Afirmaba que la clave estaba en el ataque al recurso emocional de un país por medio de la revolución tecnológica. La idea era manipular la conciencia de la población para evitar que los proyectos colectivos se consolidasen en su identidad y que los pueblos tuvieran como modelo a los países occidentales desarrollados. Se trataba de lograr el sometimiento colonial de una nueva manera.
Es en ese marco que se desarrollaron, como una de las primeras herramientas, los oligopolios mediáticos, en manos de las oligarquías locales en alianza con capitales estadounidenses.
Direccionamiento de la opinión pública
Esta operación permite el direccionamiento de la opinión pública no sólo por el dominio de los principales medios sino también por la violación de las reglas básicas del periodismo. Se entremezcla la información falsa con noticias verdaderas para dar un marco de verosimilitud. Cambia el contrato tácito entre el medio y el lector/oyente/espectador. Supuestamente, en el pasado, el periodismo partía de hechos reales verificados a través de varias fuentes para ofrecer distintas interpretaciones de acuerdo a la óptica de cada medio. En esta nueva realidad la función de los medios es producir la satisfacción de quienes lo consumen a través de la consolidación de sus prejuicios: “El diario dice que las cosas son como yo pensaba”.
La doctrina militar de los Estados Unidos fue adaptándose al correr de los tiempos de acuerdo a su política exterior. A partir de mediados de los 70, a la Doctrina de la Seguridad Nacional se le sumó la Guerra contra las Drogas, que otorgó el marco para las acciones en Panamá, Colombia, México y Bolivia, entre otros países. Luego vino la Guerra contra el Terrorismo que sirvió de paraguas para intervenir en el mundo islámico. Ante el surgimiento de los gobiernos populares en América Latina en la primera década del siglo XXI sacaron de la galera una nueva estrategia: la Guerra contra la Corrupción, basada en la Foreign Corrupt Practices Act (Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero) que hace posible investigar no sólo las prácticas corruptas de empresas norteamericanas en otros países, sino que desarrolla principios de extraterritorialidad para aplicarse a funcionarios o individuos de otras naciones, tengan o no conexión con la actividad de las empresas norteamericanas. Por supuesto que esta búsqueda de la transparencia no incluye a las guaridas fiscales como Delaware, en su propio territorio, ni a las que se encuentran en otros países como Suiza, Panamá y, sobre todo, las que están bajo jurisdicción británica.
Formateo de jueces
A partir de la Guerra contra la Corrupción se implementan las operaciones de domesticación de los poderes judiciales. Numerosas ONG’s financiadas por los Estados Unidos y países europeos desarrollan seminarios de formación para jueces y fiscales. La idea es formatearlos para que sean funcionales a sus intereses. Miami, hoteles de lujo, playas paradísíacas, vinculación con sectores del poder norteamericano, son parte de los atractivos de estos cursos. Por supuesto que los magistrados y funcionarios no tienen que poner un peso, todos los gastos corren a cargo de la ONG anfitriona.
Mientras tanto, los servicios de inteligencia locales, que desde hace décadas están en coordinación con sus pares norteamericanos, se ocupan de falsificar pruebas y de realizar acciones de espionaje ilegal, manipulando la información obtenida para darle sustento a las operaciones.
Manipulación de la opinión pública
Tenemos ahora una parte del mecanismo: los servicios de inteligencia producen pruebas falsas, las ONG´s las respaldan, los medios se ocupan de la difusión de los supuestos actos de corrupción y difaman a los líderes populares, los políticos de la oligarquía se encargan de las denuncias, los jueces y fiscales completan el disciplinamiento hostigando a los denunciados, sometíéndolos a procesos judiciales, encarcelándolos y, eventualmente, sirviendo de sustento a los llamados golpes blandos.
Pero esto no es todo, el auge de las redes sociales permite amplificar el alcance de estas operaciones. Por una parte, la minería de datos y la inteligencia artificial, hacen posible que la manipulación ya no se direccione hacia el conjunto de la opinión pública sino que tenga un carácter personalizado de acuerdo a las informaciones que obtienen de cada uno de los usuarios de esas redes. Así se diseñan operaciones a medida que permiten su captación.
Desestabilización de gobienos
Por otra parte, las mismas redes hacen posible otra forma de intervención de los EEUU en otros países. A partir de demandas sociales, muchas veces justas, -lo que yo llamo “operación buenas almas”- se convoca a la movilización de la población para desestabilizar a gobiernos que no son sumisos a los intereses yankis. De esta manera surgieron las llamadas Revoluciones de Colores que facilitaron la dominación por parte de la OTAN de los países del norte de África y Medio Oriente. En caso de no lograr el sometimiento, implementan la disolución del aparato estatal, como en el caso de Libia y la expansión del Estado Islámico (ISIS) para destruir a Siria, valiéndose de lo que se llama ejércitos difusos a que combinan la utilización de terroristas y tropas mercenarias. Varios de los manuales utilizados en estas operaciones, coordinadas desde la CIA, tienen estado público.
Hay otro elemento que también se suma a esta estrategia, que es previo a la guerra de quinta generación: el sometimiento económico, en particular a partir de la imposición de deudas externas impagables.
En el “Concepto Operativo Integrado 2025” de Reino Unido, donde se se enuncian los nuevos enemigos principales de Gran Bretaña, que son China y Rusia, define la llamada guerra política: «La estrategia de guerra política está diseñada para socavar la cohesión, debilitar la capacidad de recuperación económica, política y social, y competir por una ventaja estratégica en regiones clave del mundo».
Una de las herramientas a utilizar es la llamada guerra cognitiva. La propaganda bélica y la guerra psicológica son parte de las estrategias desde hace mucho tiempo, pero ahora, se pasa a otro nivel. Ya no se trata de dirigir lo que los ciudadanos deben pensar sino de implantar los mecanismos del pensamiento, la construcción de ideas.
Guerra cognitiva
En una nota del portal de Alejandro Kirk, enviado al Donbass de Telesur TV, encontré una definición muy clara: “La «guerra cognitiva» consiste en desarticular el raciocinio cartesiano y reemplazarlo por uno que «parece» lógico, pero en realidad es una representación manipulada de la realidad. Se planta una idea matriz en el colectivo, asimilada en cada persona, que pasa a ser la premisa desde donde se juzga todo lo que ocurre. Esto hace que personas con educación formal y un elevado nivel intelectual comiencen a aceptar incondicionalmente información dirigida y arbitraria de múltiples fuentes -formales e informales-, para elaborar conclusiones que en su mente aparecen como reflexión propia.”
Algunos teóricos consideran que la “guerra cognitiva” y las operaciones de disolución de los Estados-Nación corresponden a lo que se llama guerra de sexta generación, que incluye la destrucción del orden jurídico internacional.
Operaciones no convencionales
Las operaciones de guerra no convencional dirigidas desde los Estados Unidos son una realidad que debemos afrontar los movimientos nacional-populares de América Latina y específicamente en nuestro país. Son notorias las declaraciones recientes de funcionarios norteamericanos que señalan que las relaciones de nuestros países con otras naciones, por ejemplo con China, son consideradas por los EEUU como cuestiones que afectan a su propia seguridad nacional.
Comprender esta realidad es el primer paso para comenzar a construir en conjunto una estrategia para afrontarla.
* Gabriel Marcelo Wainstein es periodista, productor y conductor del programa “Hilando Fino”, en Mestiza, la radio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.